(Es una mini-novela, les advierto de una vez. :) O sea, un relato larguísimo, pero que va creciendo en intensidad, hasta que llega a un final super, super XXX. Espero les guste, y por favor ayúdenme con sus comentarios porque le estoy haciendo todavía varios ajustes a la trama. :) )
Sinopsis: Fresita no es una chica común y corriente. Juguetona y traviesa, siempre se ha sentido mejor en compañía de los chicos que de sus amigas, y estos a su vez la cuidan como si fuera su hermanita y la incluyen en todas sus bromas y relajos. Pero un día su vida se cruza con la de Isabela, hermana de su mejor amigo, El Argentino, y ya nada será como antes...
Sinopsis: Fresita no es una chica común y corriente. Juguetona y traviesa, siempre se ha sentido mejor en compañía de los chicos que de sus amigas, y estos a su vez la cuidan como si fuera su hermanita y la incluyen en todas sus bromas y relajos. Pero un día su vida se cruza con la de Isabela, hermana de su mejor amigo, El Argentino, y ya nada será como antes...
Primer acto: El reto.
Ni yo sabía cómo es que había caído en esta situación.
Pero una cosa era evidente: Estaba atrapada.
Todo había comenzado de la forma más inocente posible, cuando reté al Argentino, mi mejor amigo desde niña y todo un rompecorazones rubio y de ojos azules, a ponerse uno de mis bikinis y salir corriendo a la calle.
¡Y no podía creerlo cuando lo vi correr junto a mi enseñando todo! Dios, ¡Nunca me había reído tanto en mi vida! Me dolió el estomago por horas.
Y claro, como esto de los retos había resultado tan divertido, el siguiente turno había sido para mi segundo mejor amigo, el Ruffo, un chico de aspecto metalero y pelo largo negro: Besar apasionadamente en la boca a la solterona sexagenaria de la casa de enfrente, la amargada señora Mendoza.
Aun recuerdo cómo me tiré al suelo muerta de la risa al ver como después del beso la señora no lo soltaba, y el pobre Ruffo tuvo casi que suplicar por su vida para escapar.
El siguiente en la lista había sido el Cerebrito, un chico flaquito y de lentes, al que le había tocado ponerse un vestido y salir cantando en una reunión familiar. Claro, siendo él tan bien portado y tímido, todos pensamos que no sería capaz de realizar el reto.
Error.
No solo se atrevió, sino hasta logró arrancarles una sonrisa a todos en la fiesta con las ganas que le puso.
Pero en fin, esta noche mi momento de la verdad había llegado, ya que por fin me tocaría a mí realizar un reto.
Aunque para ser honesta, de alguna forma esperaba que los chicos me pusieran algo fácil.
Esto porque, a pesar que yo participaba en todos sus desmadres, ellos siempre me trataban como su hermanita menor y me protegían mucho. Bueno, seguramente mi físico era lo que les daba esa idea de que yo necesitaba su protección, ya que era delgada y tenía una cara de niña muy tierna, y siempre me vestía de formas algo infantiles, como por ejemplo ahora, que estaba con una faldita rosa corta, blusita blanca y mi pelo café en una cola de caballo.
Realmente no me podía quejar de tanto "amor", aunque a veces a mis amigos se les pasaba la mano. Como por ejemplo, cuando un chico me llevó flores a la escuela y ellos se encargaron de ahuyentarlo, por así decirlo.
Si, -Pensé con una sonrisa. -Para ellos siempre sería la traviesa y juguetona Fresita, aunque quizás en esta ocasión especial eso no estaría tan mal.
Pero en fin, volviendo al aquí y ahora...
Con nerviosismo me mordí los labios, sintiendo casi como si la recamara del Argentino se estuviera encogiendo a mi alrededor por toda la tensión contenida, a la vez que mis 3 amigos me miraban muy divertidos sin poder contener la risa.
"Fresita, el reto que tienes que cumplir es..." Me dijo el Argentino haciendo una pausa dramática, a la vez que el Ruffo y el Cerebrito se miraban con actitud de complicidad.
"Ay, ¡Ya dime de una buena vez!"
"...Robarte una de las tangas de Isabela, aprovechando que esta noche ella va a salir a bailar, como siempre cada viernes."
"¿¡Qué?!” Respondí con total sorpresa, ya que yo estaba preparada para otro tipo de reto, como por ejemplo, besar a algún chico en la escuela o disfrazarme de algo, pero...
¿Robarle una tanga a Isabela, la hermana del Argentino?
Inmediatamente pasé a la negación y súplica chantajista. “N-no, ¡Por favor! Ese reto es muy fuerte, dame otro, ¿Va?"
Pero por la expresión del Argentino y los demás chicos, supe que estaban disfrutando plenamente esto. "Lo siento, Fresita, pero las reglas son las reglas."
"Ay, pero..." Me mordí los labios con nervios, ya lo que más me preocupaba no era tanto el reto en sí, sino a la posible reacción de Isabela. ¿Qué sucedería si me descubriera?
No quería ni pensar en eso.
Carajo, si tan solo ella no fuera tan... perfecta.
Es que, sin duda, Isabela era algo especial. Para empezar, era la ultra-guapísima hermana mayor del Argentino, tenía 22 años, y estaba estudiando actuación desde niña.
Y lo primero que te llamaba la atención de ella, obviamente, era su espectacular belleza. Piel morena clara. Ojos café latinos. Sonrisa coqueta. Larga cabellera dorada y un perfecto cuerpo estilizado, lo que en conjunto le daba un aura de seducción a su alrededor francamente irresistible.
Pero si su físico te llamaba, su personalidad te atrapaba sin piedad.
Simplemente, Isabela era el centro del mundo en donde quiera que estuviera, ya que poseía una extraña mezcla de extroversión, sensualidad y simpatía que hacían imposible no mirarla, y más cuando aderezaba su encanto con cierta actitud dramática, propia de su profesión.
Con una sonrisa boba recordé aquellos días en que mis papas le pedían que hiciera de niñera conmigo mientras ellos salían a algún evento. Y nos la pasábamos súper, porque hacíamos la cena juntas, corríamos por toda la casa, jugábamos sin parar durante horas, y al final me quedaba dormida en sus brazos mientras ella me decía al oído: "Duérmete ya, niña traviesa."
Aunque desgraciadamente, con sus compromisos escolares y sus nuevas amistades la fui viendo cada vez menos, hasta que al final solo quedaba una cordial simpatía entre las dos.
Pero yo no la olvidaba.
"Fresita, no te quejes, -Me interrumpió el Ruffo. -Según recuerdo, estabas muerta de la risa cuando me tocó ir a besar a la viejita de la casa de enfrente. ¿O no?"
"Ustedes ni digan nada, -Intervino el Argentino con aspavientos. -Sin dudas a mí me tocó el peor reto."
Al recordar eso no pude evitar reírme con actitud traviesa, pero supe que tenía que hacer algo para cambiar la situación, por lo decidí usar todo mi encanto femenino y con una expresión de total ternura e inocencia les dije: “Ay, chicos, no sean malos, miren, denme otro reto. ¿Va? Y lo cumpliré cabalmente, lo prometo."
Pero la expresión del Argentino no se movió ni un milímetro detrás de su largo cabello rubio, hasta que finalmente me dijo con voz acongojada: "¿Fresita?"
"¿Si?"
"Buen intento, manipuladora, pero NO. Tendrás que robarte esa tanga."
"¡Ay no! -Me levanté de un salto. -¿Y cómo carajos voy a hacer eso?"
"Muy fácil. -El Argentino se incorporó ajustando su camisa negra. -Mira, en una hora mi hermana va a salir a una fiesta, y así podrás meterte a su recamara por el jardín para robarte esa tanga."
"P-pero, ¡Su recamara esta en el segundo piso! -Puse una expresión de total indefensión. -Además, no estoy vestida para andar trepando por las paredes."
Aunque por las lujuriosas miradas de mis amigos supe que no les desagradaba en absoluto la forma en que venía vestida esa noche. “¡Y ya dejen de mirarme así, sucios!”
"Pero Fresita, -El Cerebrito volteó apenado a un costado. -No creo que tengas problemas para trepar por las enredaderas a la recamara de Isabela, tu siempre has sido muy ágil.”
“Ay, pero…”
En ese momento oímos el distintivo sonido de los tacones de Isabela bajando por la escalera a toda velocidad. "Ya me voy, familia, ¡Regreso a las 3!"
"Está bien, hija." Sonó la voz de su Papa desde abajo en la sala.
Mi corazón inmediatamente se puso a mil, y solo me tranquilicé cuando oí que un carro arrancaba desde la calle y se alejaba en la distancia. Pero la hora del reto había llegado, no había excusa posible, y tendría que enfrentar a mi destino, lo quiera o no.
"Bueno,-Les dije resignada. -Lo haré."
Segundo acto: La travesura.
Sin mucho entusiasmo llegué al jardín con los chicos siguiéndome de cerca, hasta que estuvimos justo debajo de la ventana de Isabela.
"Ay, ¡Esta muy alto!" Me quejé poniendo una mueca.
"Fresita, llevas media hora quejándote. -Me reclamó el Argentino. -¿Vas o no a cumplir con el reto?"
"S-si, lo haré, pero..."
"Pero NADA, súbete en los hombros del Ruffo para que llegues a las enredaderas, luego te trepas por el balcón, abres la ventana y te metes."
"Ay pero no me lo digas así de feo." Respondí con tierna indignación mientras me subía ágilmente en los hombros del Ruffo, y un segundo después ya estaba trepando por las enredaderas hasta llegar al balcón, en donde con un salto angustioso logré caer.
¡Lo logre!
Con mucho sigilo abrí la puerta del balcón y me asomé al interior, y quedé completamente impactada al ver una bellísima recamara estilo clásico frente a mí, con suaves tonos beige y blanco en las paredes, y amueblada con una hermosísima cama de madera al centro, varios libreros al fondo, y un escritorio elegantísimo junto a la ventana, todo obviamente hecho con el más exquisito sentido del buen gusto.
"Wow. -Me dije fascinada mientras daba unos pasos hacia el interior, comparando mentalmente la perfección de este lugar con el desorden en mi propia recamara. -Está increíble este lugar. ¡Y la cama esta súper acolchonadita! Uff, ¡Y mira esos cuadros!"
Si, sin duda me podría quedar a vivir por siempre aquí.
Pero tenía una misión por cumplir, y mientras más rápido la cumpliera mejor, por lo que con prisa fui al closet de Isabela y comencé abrir sus cajones, esculcando torpemente el contenido de cada uno.
A ver, calcetines, pijamas, bras...
¡Tangas! ¡Las encontré!
De repente oí el inconfundible sonido de un carro estacionándose frente a la casa, y unos instantes después los familiares tacones de Isabela sonaron ruidosamente por la escalera mientras subía a toda velocidad hacia su recamara.
¡No puede ser! -Pensé aterrada volteando a ver a todas partes. -Ay Dios mío, ¿Qué hago? ¿Qué hago?
Instintivamente me metí al closet y cerré la puerta justo a tiempo, porque la puerta de la recamara se abrió un instante después e Isabela entró con mucha prisa.
Y yo estaba temblando de nervios, acurrucándome en el suelo contra la esquina mientras pensaba en como saldría de esta. Pero la única idea que se me ocurría era esperar ahí escondida hasta que Isabela se durmiera, y entonces escabullirme en silencio. Pero entonces recordé algo…
¡Se me olvidó tomar la tanga! -Pensé con una mueca de frustración. –Carajo, soy una idiota.
Aun así, la curiosidad por saber lo que había sucedido con Isabela me estaba matando, por lo que intenté asomarme por una pequeña rendija entre las puertas del closet para ver que estaba sucediendo afuera, y pude ver que ella estaba sentada en el borde de la cama, vestida de forma espectacular con un sensual vestidito negro apretado y su largo cabello suelto a su espalda, pero...
Mirando al piso con tristeza, llorando.
¿Qué? -Pensé extrañada, mordiéndome los labios. -¿Que habrá sucedido...?
"Maldito Ricardo." Dijo Isabela en voz baja, tratando de contenerse aunque su mirada expresaba claramente lo que realmente sentía.
¿Ricardo? ¿Quién carajos es Ricardo? Isabela no tiene novio, ¿O sí?
De repente Isabela se levantó de la cama y caminó hacia el closet, aunque con agilidad felina logré esconderme nuevamente detrás de los vestidos mientras las puertas se abrían y entraba la luz por todas partes.
Y yo era un manojo de nervios, tratando de contener el ritmo de mi respiración mientras oía que Isabela revisaba sus cajones, hasta que finalmente...
Las puertas se cerraron, y un segundo después la luz de la habitación se apagó y se hizo el silencio.
Ufff, estuvo cerca. -Pensé con una mueca de angustia. -Ahora esperaré una hora o dos, y luego saldré de aquí.
Y así, en medio del más completo aburrimiento, el tiempo pasó.
Una hora y media después...
Casi me quedaba dormida, pero afortunadamente alcancé a oír que Isabela estaba "roncando" de la forma más encantadora posible, y supe que era hora de mi gran escape.
Con mucho cuidado abrí la puerta del closet y al asomarme pude ver que la tenue iluminación de la luna pintaba la habitación con un apacible tono azulado, todo en medio del más absoluto silencio.
Entonces me incorporé muy lentamente mientras inocentemente volteaba a ver a Isabela en la cama.
Y casi se me fue el aire por lo que vi.
Ahí estaba ella, completamente desnuda y acostada de lado, abrazando con ternura un oso de peluche mientras su deliciosa piel brillaba sensualmente con la luz de la ventana, a la vez que la sensual brisa nocturna le mecía muy suavemente el cabello.
Sin duda parecía una Diosa dormida, en este caso la del amor, y durante varios segundos me quedé fascinada admirándola en silencio, sin poder dejar de recorrer con la mirada cada rincón de su cuerpo una y otra vez, hasta que...
...Hasta que recordé el propósito de mi misión.
¿Y su tanga?
Con ansiedad me agaché entre la oscuridad y busqué por todos lados, hasta que finalmente la encontré tirada junto al escritorio, una diminuta tanguita rosa súper sexy, pero cuando la tuve entre mis manos la calentura en mi cuerpo subió de golpe, casi como si la perversa prenda tuviera algún tipo de poder sobre mí.
Y eso no era todo, ya que me estaban dando unas ganas tremendas de...
...Apretar la perversa prenda contra mi cara.
Cerré los ojos al sentir como los colores se me iban al rostro, aunque un segundo después meneé la cabeza en negación. Carajo, ¿Qué me pasa? Yo NO soy lesbiana, no debería pensar esto.
Pero no había tiempo que perder, así que rápidamente guardé la tanguita en una bolsa de mi faldita y me dirigí de puntillas hacia la puerta de la recamara, donde con mucho cuidado fui dándole vuelta a la cerradura, y ya casi lo lograba cuando de repente...
"¿La encontraste, Fresita?" Dijo Isabela con un tonito somnoliento, casi susurrando.
Me quedé paralizada.
Isabela me había descubierto, y el oír mi nombre en sus labios era como si me hubieran lanzado agua helada a la cara. Nunca como ahora quería que la tierra se abriera para tragarme, y durante casi 10 minutos me quedé como estatua ahí parada, incapaz de hacer nada, hasta que finalmente el pánico tomó el control y sin importarme nada abrí la puerta y salí corriendo hasta llegar al cuarto del Argentino, que al verme llegar se me fue encima junto con el resto de la banda mientras todos me llenaban de preguntas. "¡Fresita! ¿Dónde estabas? ¡Estábamos súper preocupados, no salías de ahí!"
"E.es que, -Tartamudeé con nervios mientras trataba de calmarme. -Tuve que esconderme en el closet hasta que Isabela se durmió."
"Oye, ¿Y averiguaste algo? -Dijo el Argentino con una mueca suspicaz. –Ella normalmente no regresa a la media hora de salir."
"N-no, nada."
"Por cierto, ¿Completaste el reto?"
Una ola de calor recorrió mi cuerpo, casi como si la tanguita en mi falda estuviera en llamas. Pero una cosa si la tenía muy clara: Era para mí. No la compartiría con NADIE.
"No, lo siento. -Me mordí los labios con un gesto de inocencia. -N-no pude, apenas la iba a tomar cuando ella entró al cuarto. "
Los chicos se rieron inmediatamente. "¡Fresita no pudo cumplir su reto! ¡Yu huuu!"
"Sí, bueno, no pude. -Me encogí de hombros. -Pagaré el castigo que me pongan."
"Ustedes duérmanse, -Les dijo el Argentino a los demás. –Voy a acompañar a Fresita a su casa y regreso en unos minutos. “
"Está bien, mañana pensaremos en tu castigo." Respondió el Ruffo muy divertido mientras se acostaba en una de las literas en el cuarto, y el Cerebrito hacía lo mismo en la de abajo.
"Duerman rico, Chicos." Me despedí amistosa de ellos mientras el Argentino me escoltaba por el pasillo, pero en el camino pasamos frente a la puerta blanca de la recamara de Isabela y mi corazón volvió a latirme con fuerza.
Oh Dios, ¿Qué sucederá ahora?
Tercer acto: El desayuno más incomodo.
“¿Quieres mas cereal, Fresita?” Me dijo Don Maximiliano con un gesto paternal, mientras que en el otro extremo de la mesa El Argentino, Ruffo y el Cerebrito devoraban apuradamente plato tras plato.
“No, gracias Don Maxi, ya tengo suficiente.” Le respondí con una tierna sonrisa a ese regordete y bonachón Señor, el cual era el Padre del Argentino e Isabela.
“Debes comer, muchacha, que estas demasiado flaquita.” Insistió a la vez que me volvía a llenar el plato.
“Ay Don Maxi, es que… es mucho.”
“Nada, Fresita, -Puso una expresión simpática. –Que en esta casa queremos que estés fuerte y sana, para que cuando te cases con nuestro hijo nos des nietos fuertes como el.”
Inmediatamente El Argentino escupió el cereal con un gesto de sorpresa, y yo apenas si podía contener la risa. “¡Papá! –Le reclamó airadamente. -¡Ya deja de molestar a Fresita con eso!”
“Tu cállate, sinvergüenza.”
“Ay Don Maxi, -Intenté decir algo. -Para mí su hijo es como mi hermano, yo…”
“Nada, muchacha, -Me cerró el ojo con un gesto de complicidad. –Tu come, que yo me encargo de abrirle los ojos a este.”
“Ay señor.” Me reí nuevamente al ver que nada de lo que dijera lo haría cambiar de opinión, y así seguí desayunando alegremente durante unos minutos más, hasta que de repente…
El típico sonido de los zapatos de Isabela bajando por las escaleras hizo que mi corazón se acelerara a mil, y cuando la puerta se abrió y apareció ella en toda su gloria solo atiné a cubrirme la cara con muchísima pena, recordando lo que acababa de suceder en la noche.
Dios mío, ¿Que pensara de mí? Claro, ¡Que soy la peor de las pervertidas! Metiéndome en su recamara así. Oh Dios, qué vergüenza, trágame tierra por favor.
Pero a pesar de todo mi curiosidad era tremenda. Sin poder evitarlo me asomé entre mis dedos y no pude evitar abrir la boca al ver lo guapísima que se veía Isabela esa mañana, luciendo una diminuta mini falda blanca y una blusita negra ajustada, lo que marcaba deliciosamente sus espectaculares piernas y dorada piel, y que junto con su largo cabello suelto la hacía verse súper, súper sexy.
Y yo no le podía quitar la vista de encima, hasta que de repente…
Isabela volteó en mi dirección y me descubrió infraganti, y solo atiné a mirar torpemente a un lado.
“Buenos días, -Sonó su encantadora voz. –Papá, ¿Qué estas desayunando?”
“¡Hija! –Se le iluminó el rostro a Don Maxi, ya que Isabela era el sol de su vida. –Solo cereal, ¿Quieres un poco?”
Isabela le dio un amoroso beso en al frente a su papá y después tomó una manzana de la mesa. “No tengo mucha hambre. ¿Y Mamá?”
“Fue al mercado, pero oye hija, ¡Hoy vienes muy guapa! ¿Vas a salir?”
“No Papá, no voy a salir hoy, -Dijo Isabela con cierta picardía en la voz. -Quiero practicar un poco el guion para la obra.”
“Está bien, hija. Por cierto, ayer llegaste muy temprano de tu fiesta, ¿Pasó algo?”
Isabela dudó un segundo antes de responder.
“Nada Papá, no pasó nada. Solo me aburrí un poco y me regresé a la casa.”
“Bueno, -Se levantó Don Maxi de la mesa. –Ahora me llevaré a los muchachos a comprar unos artículos de jardinería.”
“¡Pero Papá, nosotros queríamos ir a jugar futbol!” Protestó El Argentino, ante la mirada atónita del Ruffo y el Cerebrito.
“Nada, ustedes vendrán conmigo, ya es hora de que sirvan para algo. Fresita, ¿Quieres ir con nosotros?”
“¿Papa? –Lo interrumpió Isabela, guiñándome el ojo con un gesto de complicidad. –Fresita no puede ir con ustedes porque ya me había prometido ayudarme a ensayar.”
“Y-yo, -Tartamudeé torpemente. –Sí, así es.”
“Bueno, no hay problema, me llevaré nada mas a los chicos. ¡Vámonos ya!”
Refunfuñando y sin mucho entusiasmo los chicos se levantaron de la mesa y salieron junto con Don Maxi hasta una vieja camioneta en el garaje, y unos segundos después desaparecieron por el camino. Pero yo seguía en mi lugar, incapaz de mirar a Isabela.
“Fresita, -Me dijo con seriedad. -Por favor ven conmigo a mi recamara, necesitamos hablar.”
Asentí con timidez y la fui siguiendo mansamente por las escaleras, con la actitud de un preso al que llevan al patíbulo, y cuando llegamos a su recamara y la puerta se cerró detrás de mi me sentí completamente atrapada, con ganas de tirarme por la ventana.
Aunque me tranquilicé un poco cuando Isabela se sentó en el borde de la cama cruzando sus espectaculares piernas, y su hermoso rostro no denotaba reproche alguno. “Mira Fresita, lo de ayer…”
“N-no, Isabela, -La interrumpí con ansiedad. –Discúlpame, mira, era una travesura de tu hermano, y yo tontamente le seguí la corriente, y…”
“Ya, ya, tranquila. –Me respondió con un simpático guiño. –No pasa nada, sé que mi hermano es un pervertido.”
“Te lo juro, yo nunca hubiera…” Seguí disculpándome.
“Pero aún así lo hiciste, -Isabela adoptó un tono de voz como si estuviera regañando a una niña chiquita. -Te portaste muy mal y mereces un castigo.”
Me detuve en seco. “¿Castigo?”
“Si. –Isabela levantó una ceja de forma inquisitiva. –Uno muy especial.”
Nerviosa apreté mis manos. “Ay Isabela, es que yo…”
“¿No decías que estabas súper apenada por todo eso?”
“S-sí, pero…”
“Bueno, pues tendrás que recibir el castigo.”
Suspiré con resignación. “¿Y cuál es el castigo?”
“Me tendrás que ayudar a ensayar mis guiones.”
Bueno, no esta tan mal, Pensé aliviada, ya que la idea de ayudar a Isabela con sus guiones sonaba genial. Es más, hasta parecía un premio, y no pude evitar sonreír de forma obvia.
Con total elegancia Isabela fue hacia su buró y sacó de ahí unas hojas engrapadas, las cuales me dio a revisar, y muy entretenida comencé a leer lo que parecía ser una novela de época, hasta que llegué a un párrafo muy peculiar:
Guión de: Corazón Salvaje
Escena: 87
Juan (Acorralando a Mónica contra una esquina): Yo solo sé que te amo, Mónica.
Mónica: J-Juan, debes irte, este amor no puede ser...
Juan (Desafiante): ¿No? ¿Y qué puedo hacer ante eso, si en cada uno de mis sueños estas tu?
Mónica (Cediendo): ¿Estarías... dispuesto a dejar todo por mí?
Juan (Se acerca para darle un beso): Para mí, tú eres todo.
Mónica (Cierra los ojos, se entrega): Te amo.
(Se besan apasionadamente)
"Oh. -Puse una cara de sorpresa al ver la intensidad de la escena, pero Isabela solo me sonreía enigmáticamente. -P-pues, se ve... interesante esto, ¿Cuando vas a actuar en esta obra?"
Isabela se mordió el labio antes de responder. "En unos meses, me dieron el papel de Mónica, pero debo confesar que aun no me aprendo al 100% los diálogos."
"Bueno. -Seguí leyendo con nerviosismo. -Y, ¿Cómo va a ser esto del ensayo?"
"Muy fácil. Tú vas a actuar todo lo de Juan. ¿Estás lista?"
"P-pero, Isabela, yo no sé... ¡Yo nunca he actuado!"
"Lo harás bien, -De nuevo apareció su sensual sonrisa. -Ahora, quiero que leas con sentimiento."
Inhalé profundamente y leí el texto en un solo tono lineal: "Yo solo sé que te amo Mónica."
"No, no, ¡No es así! -Isabela se levantó de golpe y con cierta desesperación se puso justo enfrente a de mi, quizás demasiado cerca. -¡Se supone que tú tienes pasión por mí! Tienes que meterle "emoción", como si yo fuera lo más importante en tu vida."
Me reí ligeramente ante eso, ya que en el fondo yo sabía que quizás así era. Aunque no de una forma sexual, ¿No? Digo, no soy lesbiana ni nada de eso.
"Está bien, lo haré de nuevo."
Isabela me dio la espalda y caminó hasta la esquina del cuarto, adoptando una actitud de sensual timidez mientras se preparaba para el momento en el que "Juan" la acorralaría al declararle su amor. "Va, comienza."
Lentamente me le acerqué y le dije con mi voz más "apasionada" posible: "Yo solo sé que te amo, Mónica."
Isabela me respondió con su voz dulcemente entrecortada, totalmente creíble, como si de verdad estuviera viviendo la escena: "J-Juan, debes irte, este amor no puede ser..."
"¿No? Y, -Me acerqué más, tratando de recordar el siguiente dialogo. -¿Y qué puedo hacer ante eso, si en cada uno de mis sueños estas tu?"
Isabela se dio la vuelta para encararme, aunque actuando con una ternura infinita: "¿Estarías... dispuesto a dejar todo por mi?"
En ese momento los nervios me ganaron, ya que el guión señalaba que me tenía que acercar a Isabela y darle un beso, pero no me atrevía ni a respirar. Pero ella notó mi inseguridad y con un gesto simpático me dijo: "Fresa, acércate."
"P-pero..." Intenté replicar, aunque al ver que sus cejas de nuevo empezaban a mostrar desesperación entendí que no tenía opción. Haciendo uso de todo mi valor apreté a Isabela contra la pared, a lo que ella respondió con un tierno gemido, y lentamente cerré mis ojos mientras mis labios se iban acercando a los de ella: "Para mi tu eres todo."
"Te amo." Sonó su deliciosa voz en respuesta, y lentamente mis labios se fueron acercando a los de ella, y justo cuando estaba a punto de besarla (Y me estaba derritiendo por dentro) me dijo: "¿Fresita?"
"Eh, ¿Qué?" Abrí lentamente los ojos, solo para verla sonriendo con picardía. -La escena ya terminó."
"Ah, sí, yo... -Me separé de ella con torpeza. -¿Quedó bien la escena?"
Pero en el fondo mis recriminaciones no paraban. ¡Soy una idiota! ¿Qué me pasa, carajo? Dios mío, ¡Casi la beso! No soy lesbiana, ¡No! ¿Qué va a pensar ella?
“Si, quedó bien, aunque necesitamos repetirla varias veces. ¿Estás lista, Fresita?"
"S-si, vamos. -Respondí echándome aire con las manos, adoptando mi posición de partida a la vez que Isabela volvía a su esquina. -Yo solo sé que te amo, Mónica..."
Tres horas después...
Habíamos ensayado tantas escenas que, sin duda, hasta yo podría actuar en la obra. Pero al parecer el guion solo incluía candentes escenas de amor, y después de miles de "casi besos", "casi abrazos" y "casi caricias", el ambiente en la habitación estaba a mil.
...Al menos para mí, porque Isabela actuaba como si para ella tanto contacto cercano fuera lo más natural del mundo, y poco a poco me fui convenciendo que quizás así era el mundo de la actuación. De eso se trataba, ¿No? De fingir, aparentar, manejar las emociones propias para ser alguien más.
Pero aun así, en las veces en que "casi" la besaba, mi corazón parecía explotar. Y su imagen entraba cada vez más en mi mente, casi como si la estuvieran grabando con fuego.
¿Y cómo oponer resistencia ante eso? La deliciosa capa de sudor en sus pechos y piernas la hacían ver aun más irresistible, si esto era posible. Su respiración agitada, la forma en que adoptaba una actitud tierna al leer sus diálogos, la manera en que sonreía y gemía suavemente cada vez que yo la tomaba de la cintura...
...La tentación de rozar mis labios con los suyos una y otra vez me estaba volviendo loca, aunque no lo quisiera admitir.
"Bueno, Fresita, -Dijo finalmente Isabela con un sutil bostezo mientras colocaba su guión en la cama. -Creo que esto es todo por hoy, muchas gracias por ayudarme."
"De nada, -Le sonreí de vuelta. -Fue muy divertido esto de jugar a ser actriz."
"Recuerda, todos los días, y durante una semana me ayudarás con esto. Todo esto por tu…"
"Lo sé, -Me sonrojé inmediatamente. –Mi travesura.”
"Exacto. -Me respondió con actitud maternal, y entonces me dio un tierno beso en la frente y me acompañó al pasillo. -A partir de mañana nos veremos siempre a las 6pm, ¿Ok?"
"Si, aquí estaré." Respondí visiblemente emocionada, y apenas Isabela cerró la puerta me fui corriendo de vuelta a mi casa, aunque con mi cabeza vuelta un caos...
...Y mi corazón otro tanto.
Esa noche...
Con un ligero movimiento me quité de encima la colcha, acurrucándome de lado en mi cama mientras la suave brisa nocturna acariciaba mi cuerpo, sin nada encima más que mis infantiles calcetines color rosa.
Y todo eso mientras la perversa tanguita de Isabela descansaba tentadoramente en la palma de mi mano.
Con total fascinación la observé durante casi media hora, deslizando las puntas de mis dedos sobre la delicada superficie de algodón sin poder detenerme, fantaseando con la forma en que tan seductora prenda se ajustaría al cuerpo de su dueña.
Pero no me atrevía a hacer algo mas, por mucho que la temperatura de mi cuerpo aumentaba con cada segundo que la tocaba.
No, no podía hacerlo. ¿O sí?
Oh Dios, no debería ni estar considerando esto...
Pero...
Bueno, sólo lo haré una vez, y nada más para saciar mi curiosidad. Además, yo estoy segura de mi sexualidad, ¿No? Esto es... sólo un experimento.
Sólo una vez, y nadie sabrá nada de esto.
Sólo una vez.
Lentamente fui acercando la tanguita a mi rostro a la vez que mi pulso se aceleraba, y cuando el perverso triangulito de tela tocó mis labios un latigazo de adrenalina impactó mi cuerpo, dejándome sin aliento.
"Oh Dios." Cerré los ojos al sentir como mis pulmones se llenaban de la sexual esencia de Isabela, abriendo mis labios en la más exquisita agonía mientras mis dedos comenzaban su perversa labor entre mis piernas, retorciéndome descaradamente en la cama.
En ese momento supe que no me podría detener.
Y entre tiernos gemidos apreté aun más la delicada prenda contra mi cara a la vez que me entregaba a mis más bajos instintos, con un nombre en mi cabeza...
Isabela.
Cuarto acto: Quédate a dormir.
Esta había sido, sin duda, la mejor semana de mi vida.
Yo seguía mi rutina al pie de la letra y exactamente cada día a las 6pm me aparecía en la recamara de Isabela, en donde durante 3 o 4 horas las dos actuábamos miles de intensas escenas de amor, cada vez con más naturalidad y contacto físico, cosa que, al menos para mí, era lo mejor de todo.
Pero Isabela siempre mantenía esa sensación de que esto era solo un ensayo mas para ella, por mucho que en el fondo yo quisiera creer otra cosa. Bueno, aunque realmente... si había notado algo. A veces la veía de reojo mirándome las nalgas, y ella siempre volteaba la vista cuando yo me daba cuenta, cosa que me hacia sonreír de forma obvia.
Debido a eso yo había comenzado a enseñarle "sugestivamente" esa parte de mi anatomía en cada oportunidad posible, y ella siempre caía en mi trampa, lo cual me hacía pensar que ella también sentía algo por mí. Pero bueno, tampoco podía estar segura de eso, y evidentemente no podría ir a preguntarle así por así.
Por otra parte, sobra decir que jugar así con ella hacía que mis dudas respecto a mi sexualidad fueran en aumento. O sea, a mi no me atraían las mujeres, eso estaba claro. Pero...
Isabela era diferente.
Simplemente, yo no podía dejar de mirarla nunca. Y no me refiero a miradas inocentes, sino a las peores intenciones. Su cuerpo me volvía loca, su rostro, su sonrisa, su pelo, TODO.
¿Eso me hacía lesbiana?
Quién sabe. Lo único que tenía claro era que estando con ella yo era feliz. Pero desgraciadamente, hoy era el último día de mi "castigo", aunque en el fondo yo albergaba la esperanza de que Isabela quisiera continuar con los “ensayos”, ya que a mi parecer yo había resultado ser una excelente "actriz" de práctica y sin duda sería divertido para las dos.
Pero aun así el temor estaba ahí, esperando. ¿Y si decía que no?
En ese momento vi por la ventana que los primeros rayos de la tarde comenzaban a caer, e instintivamente le di una checada a mi reloj. "Ups, ya casi son las 6."
Con mucha coquetería fui a darme una última revisada frente al espejo, deslizando mis dedos por los costados de mis shorcitos amarillos a la vez que me aseguraba que mi blusita negra estuviera bien ajustada, sonriendo a la vez que le daba los toques finales a mi cabello, que este día me lo había arreglado con un par de coquetas trencitas.
Entonces me puse de perfil frente al espejo y me fije en cómo se veían mis nalgas con los shorcitos, recordando las miradas furtivas que Isabela le daba a esa parte de mi cuerpo cuando creía que no la estaba mirando, y no pude evitar sonreír satisfecha al ver que este día me veía ultra guapísima, casi a la altura de Isabela.
Entonces bajé a toda velocidad las escaleras de mi casa y salí corriendo por el jardín hasta llegar a la casa de Isabela, en donde sin detenerme subí hasta su recamara y entré de golpe.
"¡Hola! -Dije muy emocionada, pero la recamara estaba vacía. -¿Isabela, estas aquí?"
Pero no obtuve respuesta, hasta que de repente vi una nota en la cama.
"Querida Fresita, tuve que atender un compromiso, pero regresaré a las 9. ¿Me esperas?"
Me mordí los labios con cierta decepción, y sin saber que más hacer me acurruqué en su cama y me aferré al osito de peluche que ella siempre abrazaba, saboreando el delicioso olor de su perfume mientras fantaseaba con el tipo de escenas que practicaríamos esa noche.
Hasta que después de algunos minutos me fui quedando dormida.
Y las horas pasaron.
De repente abrí los ojos y me sorprendí al ver que ya era de noche. Y cuando chequé mi reloj no me la creía: 11:35 pm.
Justo en ese momento oí que un carro se estacionaba frente a la casa, y con toda la curiosidad del mundo me asomé por la ventana. "¿Un Porshe? Wow."
De repente la puerta del lado del pasajero de abrió e Isabela salió del carro, vestida muy sensual con un vestido ajustado blanco y su pelo suelto, aunque visiblemente molesta, y casi inmediatamente del otro lado salió un tipo joven y muy atractivo, vestido elegantemente de negro, que rápidamente fue tras de ella con actitud de suplica.
"¡Isabela! P-por favor, yo..." El fulano la sujetó del brazo.
"¡Déjame, Ricardo!" Isabela se soltó con un movimiento agitado y siguió avanzando hacia la casa.
Me quedé en shock. ¿Así que este es el famoso Ricardo?
Lo siguiente que oí fue un portazo en la entrada principal y los tacones de Isabela subiendo a toda velocidad por las escaleras.
"¡Carajo! -Me dije muy nerviosa. -¿Ahora qué hago? Va a pensar que ando de metiche.
Pero cuando la puerta se abrió Isabela se me quedó viendo con visible felicidad, y un instante después su espectacular sonrisa me derritió.
"H-hola, y-yo..." La saludé torpemente mientras ella caminaba hacia mí, pero sin darme tiempo a nada colocó sus manos en mis mejillas y me dio un tierno beso junto a los labios, cosa que me hizo abrir los ojos de par en par.
"¡Pobrecita! -Puso una expresión muy tierna. -Fresita, perdóname, surgió una complicación y no pude llegar a tiempo."
"N-no te preocupes. -Le sonreí sonrojada a más no poder. -Aunque estaba muy preocupada, eh."
"¿Ah sí?" Levantó una ceja.
"Si, pues, –Puse una expresión simpática. -Tenemos mucho que ensayar."
Nos reímos ante eso y entonces Isabela me dijo con total seguridad, casi ordenándolo: "Bueno, pero hoy te quedarás a dormir conmigo para eso. ¿Ok?"
"C-claro." Respondí en un segundo.
“Uff, pero antes me daré un regaderazo, ¿Va?” Dijo Isabela mientras colocaba su pequeña bolsa blanca en el escritorio y se metía al baño, aunque dejando la puerta abierta. -Ponte cómoda y en unos minutos estoy contigo."
"Está bien." Le respondí mientras de un salto me volvía a acostar en su cama, aunque no pude evitar reírme cuando Isabela comenzó a cantar dulcemente bajo la regadera, aunque eso si...
...Perfectamente entonada.
A diferencia de mi, que cuando cantaba parecía que estaban torturando a una gata.
Finalmente, luego de 6 revistas mal ojeadas, oí que Isabela cerraba la llave del agua, y por instinto voyerista dirigí mi mirada hacia la puerta del baño, de donde ella salió cubierta únicamente por una pequeña toalla blanca en dirección al closet, en donde rápidamente se puso a abrir mil cajones.
Y la visión frente a mi era... indescriptible.
El agua escurría lentamente por la piel y cabello de Isabela casi de forma indecente, a la vez que su espalda y piernas se tensaban sensualmente mientras ella cambiaba de postura al examinar la posible ropa para esta noche...
Y casi me caigo de la cama cuando su toalla cayó al piso, dejando su PERFECTO cuerpo totalmente a la vista mientras ella seguía buscando algo, hasta que finalmente y sin ningún pudor Isabela tomó una coqueta tanguita negra entre sus manos y la fue subiendo por sus piernas hasta que quedó deliciosamente en su lugar.
Pero el espectáculo no había terminado, y entonces Isabela agarró una playerita blanca y arqueándose con mucha sensualidad se la puso, aunque la perversa prenda apenas le llegaba al ombligo y se apretaba obsesivamente alrededor de sus firmes y bien formados pechos.
Mi cara de sorpresa decía todo.
"Ya estoy lista. -Me dijo con una coqueta sonrisa mientras recogía la toalla para terminar de secarse el cabello, pero al verme sentada con la misma ropa que traía se detuvo de golpe. -¿En serio piensas dormir así?"
"¿Cómo?"
"Quítate los shorts. –Me ordenó. -¿Quieres otra playerita para dormir?"
"Y-yo..."
"Anda, penosa."
Asentí con timidez y muerta de pena me fui quitando los shorts, quedándome sólo con un par de cursis panties blancas de corazoncitos, a la vez que Isabela tomaba otra playerita de su closet y la ponía en la cama junto a mí. Entonces agarré los costados de mi blusita y con muchos nervios me la quité, para entonces tomar la playera que me había dado y ponérmela lo más rápido posible, aunque en el proceso quedé súper despeinada.
Isabela inmediatamente se me acercó y cariñosamente empezó a peinarme. "Te ves súper simpática así, con los pelos parados. Casi parece que alguien se hubiera sentado en tu cara."
Wow. ¿Oí bien? No dijo eso, ¿O sí? ¿Lo dijo? ¿Sentarse en... la cara?
Pero Isabela solo sonreía como siempre, sin dar indicación de nada en especial, y cuando terminó de peinarme fue a su buró y sacó unas hojas engrapadas de ahí, dándome un juego de ellas:
Guión de: Corazón Salvaje
Escena: 175
Juan (Sujetando a Mónica con fuerza): ¡Mónica!
Mónica (Resistiéndose): N-no, Juan, ¡Déjame ir!
Juan (Desafiante): ¡Nunca! Eres mía, y de nadie más.
Mónica (Cediendo):J-Juan, no, mi corazón es de otro.
Juan (La somete contra la cama y le dice): Mientes, y con un beso te arrancaré la verdad.
Mónica (Respirando agitada): No, no...
(Se besan apasionadamente, Mónica se entrega)
“Uff. –Suspiré de forma obvia. –Esto, digo, está muy intensa la escena, ¿No?”
“Claro, es la más importante de la novela.”
“Bueno, -Seguí leyendo. –Estoy lista.”
De un coqueto salto Isabela se subió a la cama y con un gesto coqueto se estiró para apagar la luz, dejándonos casi a oscuras en la habitación, y entonces se acomodó boca arriba contra las almohadas a la vez que su perversa playerita se le subía tentadoramente. Y lo que dijo a continuación me puso muy, muy nerviosa…
“Fresita, ven, súbete en mi.”
“¿Qué?” Se me cayeron las hojas.
“No seas tonta, -Se rió sensualmente. -¡Se supone que en la escena me tienes que someter! Ven, y agárrame de las muñecas.”
Con actitud dubitativa me arrodillé junto a ella y le agarré las muñecas débilmente, aunque por su expresión desesperada supe que el regaño era inminente. “No, Fresita, así no. ¿Así sujetaría Juan a su amada? ¡Tienes que hacerlo bien!”
“P-pero…”
“Hazlo ya.”
Me mordí los labios mientras me sentaba en su vientre sin soltarle las muñecas, pero al verme en posición Isabela se acomodó de tal forma que quedé apretándome aun mas contra su cuerpo.
“¿Así?” Le pregunté sin mirarla a los ojos.
Isabela sólo asintió sensualmente mientras me daba un simpático empujoncito con su pierna.
“¿Empiezo ya a decir mis diálogos?”
"Si, pero agárrame mas fuerte."
Sin lograr contener mis nervios la sujeté de las muñecas con más firmeza contra las almohadas, tratando de recordar lo que decían mis hojas. Pero al tenerla tan cerca y sentir su sensual respiración sobre mi rostro me estaba poniendo muy inquieta, así como ver esos labios húmedos que se abrían tentadoramente, casi suplicando ser besados.
“¿Lista?” Isabela me regresó a la realidad.
“Si.” Asentí con una expresión traviesa y acto seguido la sacudí ligeramente contra la cama mientras le decía apasionadamente: “¡Mónica!”
Inmediatamente Isabela entró en “personaje”, y con tierna angustia forcejeó contra mí. “N-no, Juan, ¡Déjame ir!”
“¡Nunca! –Le respondí con intensidad, pero Isabela se retorcía intensamente debajo de mi y cada vez me era más difícil controlarla. -¡Eres mía, y de nadie más!”
“J-Juan, no, mi corazón es de otro.” Respondió Isabela con angustia, y acto seguido me empujó hacia atrás y casi me caigo de la cama.
"Ay, -Me quejé suavemente. -Isabela, ¡Casi me tiras!"
Ella solo se rió muy divertida. "Ah pues claro, ¿O pensabas que Juan sometería a Mónica tan fácilmente?"
"¿Ah sí?" La miré retadoramente, preparándome para la acción. Aunque Isabela tenía un cuerpo atlético y definido, yo tenía la experiencia de haber "luchado" contra mis amigos durante años, y estaba segura de darle una lección que jamás olvidaría.
Sin duda, sonreí maliciosamente, se arrepentirá de haberme empujado.
Haciendo uso de una agilidad felina me subí de nuevo sobre Isabela, y antes de ella pudiera resistirse la aprisioné contra la cama, a pesar de que ella inmediatamente trató de zafarse y empujarme de nuevo. Pero esta era una batalla que yo estaba decidida a ganar, y en medio de gemidos y empujones rodamos por la cama una y otra vez, aunque yo siempre lograba colocarme en su espalda y someterla, hasta que después de casi 10 minutos de intensa lucha...
La vencí.
Y de nuevo quedé sentada sobre su vientre mientras mis manos agarraban fuertemente sus muñecas contra la cama, respirando agitadamente a la vez que Isabela se quejaba tiernamente debajo de mí, pero aceptando su derrota.
"Ay Fresita, -Se quejó casi sin aliento, pero sonriéndome. -No pensé que... fueras tan buena peleando."
Pero la obra tenía que seguir, por lo que le dije mis diálogos.
“Mónica, ¡Mientes! -Me sorprendí yo misma por la intensidad de mi "actuación", y más cuando temerariamente me acerqué a sus labios. -Y con un beso te arrancaré la verdad.”
“No, no...” Se quejó tiernamente y cerró los ojos, aunque abriendo tentadoramente la boca.
No pude contenerme más y me fui acercando a ella aun mas a su boca hasta que finalmente mis labios rozaron los suyos, pero...
¡Pero de nuevo mis malditos nervios! Todo mi cuerpo estaba temblando ligeramente por la emoción, pero yo no encontraba el valor para atreverme a besarla por fin, y durante varios minutos nos quedamos así, respirando una contra la otra, sin movernos ni un milímetro, hasta que…
“¿Fresita?” Dijo Isabela muy suavemente, casi como un suspiro.
“¿Si?”
“Bésame, carajo.”
Con desesperación mi boca encontró la suya y me aferré a esos deliciosos labios húmedos, besándolos una y otra vez mientras Isabela gemía con ternura y deslizaba su traviesa lengua dentro de mi boca, luchando sexualmente contra mi lengua en medio de la más sensual batalla posible.
De repente Isabela se soltó y casi me derrito cuando me apretó fuertemente contra ella, mis pechos firmemente contra los suyos mientras nuestras manos comenzaban a deslizarse con total urgencia por nuestros cuerpos y piernas, apretando, sobando y arañando todo lo que estuviera a su alcance.
Y nuestras bocas no se separaban ni un segundo, y era tal la intensidad con la que nos besábamos que hasta respirar era difícil, ya que apenas trataba de tomar aire sus ardientes labios me volvían a encontrar. Casi sin poder evitarlo comencé a respirar directamente de su boca, acelerándome aun mas cuando las dos comenzamos a rodar juguetonamente por toda la cama mientras nos quitábamos la ropa con impaciencia.
Yo estaba en éxtasis.
Mi hambre por Isabela parecía crecer cada vez mas hasta volverse insoportable. Todos mis sentidos estaban desbordados por esa lengua escurridiza retorciéndose en mi interior, el sabor de su ardiente sudor, el acogedor calor de su cuerpo contra el mío...
Aunque en mi mente una idea perversa daba vueltas sin parar, un pensamiento que me había obsesionado desde hacía una semana: ¿A que sabrá Isabela?
Pero a pesar de la calentura no me atrevía a decirle nada, porque quizás ella pensaría que soy una pervertida, o algo peor. Quizás lo mejor sea solo besarnos...
De repente, y casi como si me hubiera leído la mente, Isabela se separó de mis labios y con voz muy tierna me dijo...
"¿Fresita?"
"Sip." Le respondí con un débil gemido.
"Q-quiero... pedirte algo."
"¿Si?"
Con un gesto simpático Isabela se cubrió la cara con las manos. "¿Me dejarías sentarme en tu cara?
Dios mío. El corazón casi se me sale del pecho al oírla decir eso, y sin poder evitarlo me ruboricé muchísimo. "Oh."
Isabela se rió muy divertida al verme así, y entonces tomó mi rostro entre sus manos y cariñosamente me dijo: "¿Fresita?"
Mis ojos se clavaron en los suyos.
"Voy a sentarme en tu cara."
Solo atiné a asentir con timidez mientras lentamente me acostaba boca arriba contra las almohadas, a la vez que Isabela se acomodaba ágilmente sobre mi hasta quedar con sus rodillas junto a mi cabeza y sus manos agarrándose de la cabecera de la cama, aunque sin hacer nada más durante algunos segundos.
Y la visión del cuerpo de Isabela era espectacular, arqueada de forma felina mientras su piel brillaba sensualmente con la luz que entraba por la ventana. Aunque mis ojos estaban fijos en un lugar muy especial entre sus piernas.
Un lugar que me obsesionaba.
Me mordí los labios y apreté con anticipación las sabanas, casi saboreando el delicado coñito que se mostraba tentadoramente frente a mí, un delicioso triangulito de vello negro muy cortito, deliciosamente húmedo.
"¿Lista" Sonó la juguetona voz de Isabela.
"Sip."
Con un movimiento sensual Isabela comenzó a bajar su cuerpo hasta que finalmente su coño se apretó contra mis labios, e inmediatamente cerró sus piernas contra mi cabeza de tal forma que quedé completamente atrapada.
Eso fue tremendamente excitante, y literalmente pude sentir como la adrenalina fluía por mi cuerpo mientras yo abría la boca de par en par y comenzaba a besar y lengüetear con desesperación cada pliegue de su intimidad, hundiendo mi lengua hasta el fondo mientras apretaba sus firmes nalgas contra mi cara, temblando de excitación.
"Ahhh, ¡Fresita!" Gimió Isabela con sexual angustia, estremeciéndose con cada acometida de mi lengua.
Y yo me aferraba a su sexo como si mi vida dependiera de eso, saboreando el exquisito néctar que fluía entre sus piernas y comenzaba a cubrir mi rostro, respirando agitadamente el sexual aroma que me aceleraba al límite.
Pero aun quería mas, ya que deseaba ver el rostro de Isabela y sus reacciones a todo lo que le estaba haciendo, así que muy lentamente volteé hacia arriba y lo que vi me arrancó un tierno gemido. Sus hermosos ojos estaba clavados en los míos, y en su rostro se reflejaba una expresión de tierna angustia, y con cada movimiento de mi boca Isabela se ponía visiblemente tensa, haciéndola lucir aun más sexy, si eso era posible.
Simplemente era demasiado placer, y durante lo que pareció una eternidad me la estuve comiendo con total abandono, mirándola siempre a los ojos, hasta que finalmente...
Un poderoso orgasmo impactó violentamente a Isabela, arrancándole el aire mientras ella gemía y arañaba la cabecera en sexual agonía, y entonces llegó otro orgasmo, y otro más...
Y yo solo abría la boca mientras me retorcía de placer entre sus piernas, bebiendo su exquisita humedad sin importarme nada Isabela se ponía cada vez más tensa, hasta que después de varios agónicos segundos se dejó caer junto a mí, completamente exhausta y sudando muchísimo.
"Oh Dios, Fresa, t-tu boca.." Dijo muy débilmente, y yo sólo sonreía orgullosa y deslizaba sensualmente mis manos por mi cuerpo, sin creer aun lo que acababa de suceder. "Wow."
Me acababa de comer a Isabela.
Pero inmediatamente ella me recordó que todo había sido muy, muy real, porque muy lentamente se arrodilló junto a mí y me besó tiernamente los pechos, lo que me dio unas deliciosas cosquillas que me hicieron reír de vuelta.
"Me encantas. -Me dijo con una sonrisa seductora, usando las sabanas para limpiarme un poco la cara. -¿No te habías dado cuenta?"
Meneé la cabeza con un gesto infantil. "Ay pero, ¡Si hasta pensé que todo esto de los ensayos era súper normal para ti!"
"O sea, -Levantó una ceja con simpática incredulidad. -¿Tú crees que ando ensayando besos con todas mis amigas?"
"Nop. -Le respondí tapándome la cara con vergüenza. -Aunque, así como lo dices, pues creo que soy muy tonta por no darme cuenta."
"Nada mas un poquito, Fresa traviesa."
"¿Ah sí?" La miré con un gesto desafiante, y sin darle tiempo a nada me lancé sobre ella de forma juguetona, besándola por todas partes mientras Isabela se reía y forcejeaba contra mí, aunque esta era una batalla que yo no quería ganar, por lo que en unos segundos ella logró sujetarme boca abajo contra la cama mientras me decía al oído: "¿Sabes lo que te voy a hacer ahora por esto?"
"¿Qué?" Le respondí con una risita.
Isabela me dio un tierno besito en el cuello. Luego otro en los hombros. Entonces con la punta de su lengua fue bajando por mi espalda hasta llegar a mis nalgas, las cuales mordió amorosamente, y entonces...
Agarró una almohada y la colocó debajo de mi vientre, dejándome con el culo levantado.
"¿Q-que haces?" Le pregunté con mucha pena.
"Me encantan tus nalguitas. -Isabela se rio juguetonamente mientras me las apretaba y sobaba sin parar. -Paraditas, redonditas, firmes. Uff."
"Y-ya me había dando cuenta." Le respondí con timidez mientras ella seguía fascinada con esa parte de mi anatomía, hasta que de repente su rostro se hundió sexualmente entre mis nalgas y su traviesa lengua llegó a mi delicado agujerito trasero, el cual comenzó a lengüetear rápidamente en círculos.
"I-Isabela, oh Dios." Gemí con total excitación y sorpresa, arañando las sabanas mientras instintivamente arqueaba y levantaba las nalgas un poco más, hasta que después de casi 10 minutos de perversa "preparación"...
"Prepárate Fresa, esto te va a encantar."
Pero no pude ni responder, porque de nuevo su boca se apretó contra mi culo y su lengua se metió hasta el fondo de mi ano, bombeándolo vigorosamente de atrás para adelante sin parar.
"¡AAAAAAhhhh!" Me retorcí sobre la cama en éxtasis, fascinada con lo que Isabela me estaba haciendo, ya que nunca hubiera pensado que algo ahí "atrás" se sentiría tan bien. Además, el solo hecho de pensar que esa viborita traviesa retorciéndose en mi culo era la lengua de Isabela le daba un morbo exquisito a la situación.
Pero la cosa no quedó ahí, y casi me desmayo cuando Isabela comenzó a frotar salvajemente los pliegues alrededor de mi clítoris con sus dedos, llevando mi cuerpo hasta el límite en medio de ruidosos gemidos.
No podría aguantar mucho tiempo así.
El placer quemaba y envolvía mi cuerpo de una forma irresistible, todo mientras los perversos dedos, lengua y boca de Isabela no me daban ni un respiro.
Y no pude mas.
De repente un violento orgasmo me hizo estremecerme salvajemente contra la cama, y luego otro mas y otro, y sin tiempo que perder lsabela se apretó fuertemente contra mi coño, devorando los jugos que mi cuerpo deliciosamente le daba durante lo que parecieron siglos, hasta que...
Respirando agitadamente me dejé caer sobre las almohadas, e Isabela simplemente se quedó recostada sobre mis nalgas mientras yo me recuperaba, las dos en total silencio.
Exhaustas. Sudadas. Empapadas. Calientes.
Hasta que finalmente ella se arrastró por la cama para quedar detrás de mí en posición de cucharita, cosa que me hizo reírme tiernamente cuando sus delicados brazos me apretaron por la cintura contra su cuerpo.
"¿Fresita? –Me dijo al oído, para entonces darme un suave beso en el cuello. –Te quiero mucho."
"Yo mas." Le respondí cariñosamente mientras me acurrucaba contra su cuerpo, sintiéndome totalmente segura mientras Isabela seguía dándome tiernos besos en el cuello y jugaba con un dedo en mi ombligo.
Pero había algo que me preocupaba...
"Isa, -Le pregunté con ansiedad. -¿Y ahora que sucederá?"
Ella me apretó aun mas contra su cuerpo y con voz suave me dijo al oído: "No sé. Pero no te preocupes por eso, ahora quiero verte dormida en mis brazos, como cuando te cuidaba hace años, ¿Recuerdas?"
"Sip." Le respondí con una sonrisita amorosa, y el sentirme así de segura entre sus brazos fue el mejor calmante, ya que casi sin darme cuenta me fui quedando dormida, completamente feliz.
Y entre sueños solo oía su dulce voz, que me decía suavemente...
"Duérmete ya, niña traviesa."
ERES UN SENCILLO GENIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
ResponderEliminarERES BRILLANTEEE EN SERIOO TIENES UNA IMAGINACION INCREIBLE Y EL FINAL ESTUVO FENOMENAL ,
OJALA ALGUN DIA PUEDA ESCRIBIR ALGO TAN SOLO PARECIDO AL TUYO
GRACIAS POR PUBLICARLO 1000 GRACIAS
AGREGAME LUIS_LAF@HOTMAIL.COM
LUIS_LAFO JEJE PERDON
ResponderEliminarEXCELENTE RELATO!!!, Como siempre gatita, es magnifico, realmente caliente, erotico y exitante....
ResponderEliminarNo puedo mas que felicitarte por este relato gatita, eres una maestra para estas cosas de la calentura :P
Sigue asi y nunca cambies.
Saludos
Spawnstun
wooow !!! no dejas de sorprenderme ya quiero ver la continuacion !!! no nos dejes tanto tiempo con la duda que empezare a enloquecer !!!
ResponderEliminarmuy buena historia, como siempre, te felciito
ResponderEliminarsin palabras, eres la mejor y mas excitosa escritora definitivamente vale la pena la espera por tus magnificos relatos
ResponderEliminarOhh DIOS eres sencillamente increible marabillosa. es un relato excitante tierno y muy pero muy entretenido.
ResponderEliminarLo unico que espero es que lo continues pues este relato se lo merece.
Felicidades eres genial.
vaya que relato esta buenísimo como todo lo que escribes, felicidades
ResponderEliminarle falto describir un poco mas a fresita..!! de resto genial
ResponderEliminar¡Me encantó! Lo único que le agregaría sería más sexo, alargar esa escena... que se hagan más cosas! Me encantan tus relatos, sigue así!
ResponderEliminary cuando subiras el de mi odioso vecinito , dijiste que el fin de semana antepasado,, luego que la semana pasada , ya se va acabar esta semana y nadaa
ResponderEliminar???
sencillamente estimulante, estimada gatita, que envida, eres muy buena narradora.
ResponderEliminarBellísima!!! Me encantó gatita!!!!
ResponderEliminarholaaaa!!! soy daviiiid :P
ResponderEliminarme encanto el relatooooo
tan hermoso y tan caliente cmo siiempreeeee
tan tiernos ke son tus relatos bebeee aww
te kiero gatita hermoza
No soy muy fan de relatos lesbicos, pero esta historia me parecio facinante.
ResponderEliminarinsisto que bien escribes
ResponderEliminarsaludos
Francisco
sencillamente genial, ya soy adicto a tus relatos, besos
ResponderEliminarHola gatita, me gusto mucho el relato aunque me gustaría que el final aun no llegara, aun quedo pendiente el castigo a fresita por no haber conseguido cumplir el reto; tal vez esto pudiera llevar a un acoston de Argentino con fresita y luego a una orgía que involucrara a los demas amigos y por ultimo a isabela.
ResponderEliminarGracias por seguir escribiendo.
Fenix.
me encanto la historia enserio escribes oao solo un detalle en la parte que dice el argentino que va a acompañar a fresita a su casa ok queda en que la lleva a su casa... pero a la mañana siguiente esta fresita desayunando con el papa de el argentino y los amigos de esta como que se desfasa un poco y seria llevarla a algún cuarto de huéspedes o algún cuarto "X".
ResponderEliminarno se a mi punto de vista de hay en fuera magnifico!!! sigue asi ^^